Nathiel es una muchacha de 15 años, que nació en un sueño hace ya 10 años. Comenzó siendo una exploradora, al mejor estilo de Indiana Jones, hasta que cobró vida propia y se reveló contra su creadora.
El mundo de Nathiel es un lugar que podría considerarse ciberpunk, muy poco amigable y al borde del colapso, una maravilla de universo en decadencia, al que voy cada vez que necesito resolver mis problemas internos.
Pero el mundo de Nathiel también está fundido con otro, el de Asgeld, quien fuera en un principio otro personaje, y terminara por fundirse con esta muchacha, para crear un mega universo alterno, que me he pasado más de una década desarrollando. Esta otra parte del universo es más mística, en ella viven los dioses de la Tierra, pequeños seres que en conjunto forman un organismo de dimensiones planetarias (al mejor estilo Gaia).
Hasta ayer, esos dos universos me habían quitado horas de sueño y concentración y me habían puesto los nervios de punta. Había algo que no me dejaba avanzar, y no quería, por nada del mundo, dejar de lado un proyecto tan bello, que me había tomado tanto tiempo moldear. Pero ayer me di cuenta que no puedo seguir trabajando con la idea original. Y tampoco puedo desechar algo que ya es parte indeleble de mi vida. La solución, simple, empezar todo de nuevo.
Contrario a lo que algunos piensan, sí es posible empezar de nuevo, sobre todo si ya se tiene la experiencia que dice qué es bueno y qué es malo, y de saber qué caminos no debo tomar.
De este año no pasa.
Así digo todos los años, pero... ahora es cierto "de este año no pasa". Tengo que terminar de escribir esta historia, aunque nadie nunca la lea. Es algo que va más allá.
Alguna vez tuve la sensación de que si terminaba de escribir a Nathiel, moriría. Ahora sé que es necesario terminarla, porque luego de ello, sabré si tengo futuro como escritora o no. O si finalmente me convertiré en ella y conoceré ese universo que me asombra cada vez que entro en él.
