Nacer árbol y crecer constantemente de cara al sol. Contemplar
la soledad del mundo, su quietud, vivir
junto a un arroyo o en la cima de una montaña. Respirar al compás del viento
y susurrarle a las tormentas: piedad. Ver las eras pasar, desgajarse el tiempo
y seguir ahí, inmóvil, incólume a los años, a la vida y a la muerte de los que
caminan. Quisiera haber nacido árbol.