miércoles, 16 de julio de 2014

Proceso emocional de un hipersensible

Darse cuenta, negar, admitir. 
Desbordarse, desconectarse. 
Racionalizar.
Calmarse. 
Actuar.

martes, 15 de julio de 2014

Danza de espadas

Estocadas. Tú y yo estamos jugando una danza peligrosa. Te miro fijamente y doy un paso. Retrocedes, intentando engañarme y haces el siguiente movimiento. Me perturba esa rapidez, esa facilidad para devolverme el golpe. Golpe que no llega a ser, porque lo esquivo, apenas.
Nos miramos atentamente, esperando visualizar quién dará el siguiente paso. Se supone que debo ser yo, pero eso sería demasiado evidente. Así que me paro frente a ti, incrédula de lo que has hecho recién, y simulo mi desconcierto. Tal vez así lo intentes nuevamente y yo gane.
Pero tampoco quieres repetir ese acto arrebatado que te llevó a moverte antes de pensar. Sabes que estaré preparada para el siguiente. Tu corazón palpita ante la incertidumbre de lo que se viene, y el mío corre desbocado ante la certeza del final. Bajas la guardia. Y yo te digo que así no se puede jugar.

Bajo los brazos, abatida y comienzo a pronunciar la frase de derrota, pero en ese instante levanto mi espada y hago el siguiente ataque. Tus ojos me causan gracia, no te lo habías esperado, pero yo tampoco esperaba tu reacción. El siguiente golpe alcanza su objetivo y yo suelto el arma asustada. Te miro con aire de suficiencia y te das cuenta de lo que ha pasado. Has caído en mi trampa, has ganado la batalla, y yo he ganado la guerra.

domingo, 13 de julio de 2014

La hora que precede al alba

¿Será normal? ¿Cómo lo hace la gente cuando descubre este sentimiento nuevo e inexorable?

Me surgen esas preguntas al verme aquí, tipeando palabras, queriendo salir de este paroxismo que me tiene inmóvil, tensa, agotada por no poder dejarlo fluir ni poderlo descartar. La represión ya no es posible, no hay manera de regresarlo al subconsciente y encerrarlo en las profundidades inalcanzables del olvido, porque se ha tomado cada espacio de mi cuerpo y le ha dicho: soy bueno.
Sólo mi piel que hace de represa, le prohibe su expresión al exterior, pero es tan fuerte que lo siento empujando desesperado cada centímetro de dermis, tratando de desbordarse a raudales por mi garganta. Así que me limito a describirlo, buscando una forma de sentirme más tranquila y evitar el descontrol. 

No sé cuánto más pueda soportar.