lunes, 22 de septiembre de 2014

Mutualismo

"El mutualismo es una interacción biológica entre individuos en donde ambos se benefician y mejoran su aptitud biológica"

¿Estaré mal con querer a alguien en quien poder refugiarme? Alguien a quien acudir sin mi coraza de invencible, imbatible, para cobijarme como conejo asustado, como el ser herido y quebrado que realmente soy.

Esa persona  tendría, además, que conocer y tolerar una parte de mí que nadie más debe y eso es  por lo menos egoísta; utilizar el afecto de ese alguien especial para mi beneficio no es justo... a no ser que esa persona hiciera lo mismo conmigo. Y si lo hiciera, entonces ¿Quién quedaría para seguir adelante y sostener las cosas en los días grises?

Me confundo.

"¿Cómo ha de ser posible que dos seres heridos se sanen mutuamente?"

Tal vez, la respuesta esté en la relación de la abeja y la flor.


Strangers, Yoko Kanno.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Por causa de las flores

Llega una señora a la oficina con un ramo de flores y yo miro la extrañada pensando en por qué viene a dejarlo acá, luego recuerdo que ella es la florista de la empresa. Me saluda y pregunta por mi mamá, le respondo que está bien. Entonces va y me pregunta si sé que ella me conoce desde pequeña “desde que naciste”, me dice. Yo le respondo que no, un poco recelosa de lo que viene; después de la muerte de mi papá mucha gente extraña se me ha acercado a decir que me conoce y la mayoría de las veces es bastante incómodo. Pregunta si mi mamá me ha contado de una mujer que había perdido a su hijo en el parto y que compartía habitación en el hospital con ella cuando nací. Abro los ojos asombrada y digo que sí, que me sé esa historia.

Mi mamá me había tenido hacía poco, estaba en la sala de maternidad conmigo y una mujer en la cama de enfrente lloraba desconsolada por su bebé. Madre me miraba con una mezcla de alegría, alivio y culpa. El problema era que no tenía leche y yo tenía hambre. Entonces, en un arranque de compasión, sentimiento de protección, empatía o quizás qué cosa, le pidió a esta mujer que me alimentara. Tenía mucha leche y nadie a quién dársela, yo tenía hambre y mi madre se sentía cada vez más frustrada.

“Yo parece que te amamanté”, me cuenta la florista con la cara sonriente. Es tan rara esta sensación, demasiado íntima para mi gusto. No es como que alguien viniera a decirme que me cambió los pañales o me hizo dormir; no, esto es más potente. “¡Ah!, usted fue como mi mamá nodriza”, le digo, sin pensar mucho y sin poder quitarme el asombro. Ella sólo sonríe. Luego cambia de tema y me pregunta si puedo ayudarla con algo que tiene pendiente y respondo que sí, que no hay problema. Al final me pide que le dé sus saludos a mi madre. Mis ojos se quedan pegados en los pétalos amarillos que veo salir por la puerta “no quiero llorar, no quiero llorar”, me repito y pienso en la fijación que tengo por las flores...y en el nombre de mi blog.