domingo, 13 de julio de 2014

La hora que precede al alba

¿Será normal? ¿Cómo lo hace la gente cuando descubre este sentimiento nuevo e inexorable?

Me surgen esas preguntas al verme aquí, tipeando palabras, queriendo salir de este paroxismo que me tiene inmóvil, tensa, agotada por no poder dejarlo fluir ni poderlo descartar. La represión ya no es posible, no hay manera de regresarlo al subconsciente y encerrarlo en las profundidades inalcanzables del olvido, porque se ha tomado cada espacio de mi cuerpo y le ha dicho: soy bueno.
Sólo mi piel que hace de represa, le prohibe su expresión al exterior, pero es tan fuerte que lo siento empujando desesperado cada centímetro de dermis, tratando de desbordarse a raudales por mi garganta. Así que me limito a describirlo, buscando una forma de sentirme más tranquila y evitar el descontrol. 

No sé cuánto más pueda soportar.

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